México enfrenta una situación energética delicada, la cual no se ha dimensionando en el mediano y largo plazo. Se ha paralizado la generación de energías renovables, y la Comisión Federal de Electricidad, que encabeza Manuel Bartlett, está quemando combustóleo, es decir, se incrementa la generación de gases de efecto invernadero, lo que hace que México se aleje de los cumplimientos de París, y así es difícil que lleguemos a ese 35% de energías limpias en 2024, y se está muy lejos de alcanzar las metas fijadas para 2040 y 2050.
Adicionalmente, las emisiones de metano que principalmente genera Pemex, bajo la tutela de Octavio Romero Oropeza, afectan seriamente al medio ambiente. Hay estudios de la NASA donde se ve que en la zona terrestre de todo el sureste las emisiones de metano rebasan los límites establecidos por los estándares internacionales.
Aunado a ello, los ajustes al interior de la CFE y Pemex se traducen en la falta de mantenimiento de muchos ductos y esto provoca incendios como los que hemos visto cada año. La quema de hidrocarburos causa un gran daño al medio ambiente.
De ahí la urgencia de seguir invirtiendo en el mantenimiento de ductos marítimos que tienen más de 30 años, para evitar estos accidentes que incrementan los riesgos ambientales para el Golfo de México.
Y ahora que el mundo toma en serio el cambio climático, la preocupación por el medio ambiente, México no puede ir en contrasentido, porque entonces se enfrentará a aranceles a productos que no son capaces de producir energías limpias.
Ello tendrá un impacto en las inversiones, que se van a ir a lugares donde puedan cumplir con sus metas de carbono neutro, y la mayoría de las empresas que cotizan en el mercado accionario ya lo están acatando.
Pemex va en contrasentido, además con una problemática interna que grita con urgencia ayuda.
Definitivamente, en lo nuclear hay dos temas por demás preocupantes: el manejo de los desechos radioactivos que están en la piscina, y la necesidad de construir un confinamiento de desechos radioactivos definitivo, asunto que, al parecer, este sexenio volverá a pasar de largo.
Así como el impulso que se requiere para la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas (CNSNS), a fin de que atienda los rubros energéticos y nucleares.
Pero ahí no quedan los problemas. Los más palpables en estos momentos son los apagones. De cara a la falta de plantas de generación y de gas natural, hay desabasto en el noroeste del país. No ha habido inversión en las líneas de transmisión, no sólo durante este gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sino también en el de Enrique Peña Nieto.
No es culpa de la iniciativa privada. Las líneas de transmisión de distribución de energía son del Estado.
¿Y que en el actual Plan Nacional de la campaña del actual Presidente de México se habla de un returbinado hidroeléctrico? La realidad, aunque esto se lleve a la realidad no resuelve el problema, porque el agua para las presas es un problema latente.
En fin. No sólo no hay un avance en materia energética, sino que cuando termine este sexenio habrá un retroceso, cuyo costo se traducirá en apagones, mala calidad, efectos ambientales y un gran rezago de frente al mundo.