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Columna de MarielenaVega

Bajo premisas falsas

Marielena Vega 16 de noviembre de 2021


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Foto: iStock

No se alcanzarán las metas de crecimiento económico ni inflacionarias para el presente año y se deberán revisar las de 2022, claro que hacia la baja. 

En tanto, el presupuesto para 2022 se ajusta más al cumplimiento de programas sociales en lugar de impulsar esquemas de crecimiento económico. Aun cuando se trata del presupuesto 2022, es el más alto de la historia, considerando que son 7.8 billones de pesos, pero el pronóstico es que no alcanzará y se ajustará, al igual que los pronósticos económicos.  

Para el titular del Banco de México, Alejandro Díaz de León, los pronósticos económicos para este año y 2022 se revisarán a la baja, simplemente dijo adiós el 6.2% que se visualizaba. 

El elemento más preocupante es la inflación, que este último trimestre del año oscilará en 6.8%, pegando en el precio de los productos, y tenderá a bajar hacia mediados de 2022. Aunque parece ser que no será sino hasta 2023 que regresemos a inflaciones de 3 por ciento. 

El entorno es incierto y sin precedentes, no sólo en México sino a escala internacional. Lo que hemos enfrentado y seguimos viendo, hace que la turbulencia sea perceptible. En definitiva, las decisiones internas serán las que ayuden o hagan más complejo el panorama. 

El nivel de vacunación, que cedan los contagios en el mundo, que se estabilicen las cadenas productivas, la política pública correcta y mantener una política monetaria acorde con la nueva realidad que vivimos, serán puntos claves para que veamos una recuperación en la economía mexicana. 

El gran “pero” está en el presupuesto y las reformas por implementarse. Se sigue inyectando dinero a gastos de programas sociales. Nadie está en contra de ello, pero a decir de Mario Di Constanzo, entre 2018 y 2021 han creciendo 40% estos programas, dejando que disminuya e incluso se recorte en gasto económico, golpeando a sectores como el agrícola, comunicaciones y transportes, turismo. El resultado ha sido la creación de cerca de 4 millones de pobres, 15 millones de personas sin atención médica, y el desplazamiento de 6.3 millones de personas que estaban en la clase media a una clase abajo. Datos que recientemente compartió el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), al mando de Julio Santaella, exponen que la política social está fracasando. 

No hay plan B y se recorta el gasto donde, a decir de economistas, se necesitaría fortalecer la protección consular y la seguridad. 

Incluso donde parecería que hay un avance, el proceso está en veremos, dadas las condiciones económicas con las que se proyecta el presupuesto de 2022. 

Tal es el caso de las partidas para los estados, pues la partida federal depende de la recaudación fiscal, y ésta del crecimiento económico, el cual tiene un debilitamiento.  

En fin, un cierre de año de carrera, donde México no tendrá su mejor tiempo y su posición se debilitará más de no dar revés a su política pública, e incluso a condiciones de reformas como la eléctrica y de seguridad, que tienen al socio comercial más importante, en vías de definir sus condiciones de inversión.  

Y no es cosa de ciencia, sino de números. México depende de Estados Unidos, de su economía, pero también de sus inversiones y desarrollo. México depende del mundo, y el gran error sería volver a cerrarse o romper lazos cuando no se cuenta con nada.

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