FUNCIONARIOS PREPARAN MALETAS
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Por primera vez en varios años, hay coincidencia entre el sector privado y público: el panorama económico para México para este 2017 se empieza a complicar más.
Incluso, van en aumento los ajustes a la baja las estimaciones de crecimiento económico –los más pesimistas dicen que será inferior a 1% del Producto Interno Bruto (PIB)-, en tanto que la inflación va a la alza y podría superar el 7%.
Lo que más preocupa a los expertos es que se mantiene latente la amenaza de instituciones especializadas de disminuir la calificación crediticia de México, lo cual podría ocurrir en el segundo semestre del año si no hay un acuerdo definitivo con Estados Unidos respecto al tema migratorio y de inversiones.
Al panorama negativo se suma la expectativa de nuevas alzas en la tasa de interés, lo que tendrá un impacto en la demanda de financiamiento, así como el proceso político en Europa, que imprimirá mayor incertidumbre en los mercados mundiales.
Pero la lista de factores negativos sigue: en los últimos años, al igual que la falta de consolidación de las finanzas públicas, el creciente déficit en la cuenta corriente es un tema en el que hay vigilancia permanente por las implicaciones que podría tener en los fundamentos económicos.
No hay que olvidar que durante 2003-2012, el déficit de la cuenta corriente se ubicó alrededor del 1.0% del PIB, nivel manejable y financiable por la inversión extranjera directa. Sin embargo, a partir de 2013, este indicador empezó a crecer de forma preocupante, para alcanzar su nivel más alto en el cuarto trimestre de 2015, con 33.3 mil millones de dólares y 2.9% del PIB. A este ritmo de deterioro de la cuenta corriente, se esperaría que el déficit supere 3.0%.
Especialistas en fondos de capitales aseguran que el panorama difícil se observará en todos los ámbitos. Por ejemplo, el mercado de fusiones y adquisiciones en el país que se había mantenido dinámico en los últimos cinco años, se desplomará por la incertidumbre respecto al comportamiento en el tipo de cambio y el comercio bilateral entre México y Estados Unidos.
No se puede tapar el sol con un dedo y cuando hay incertidumbre, necesariamente las decisiones de inversión se postergan hasta tener una visión más clara.
Por dar un ejemplo, en la crisis de 2009 el número de transacciones de fusiones y adquisiciones en México se redujeron 34% al pasar de 290 a 190 y el efecto negativo de la recesión fue tal que el mercado tardó 5 años en recuperarse.
Ante el panorama poco alentador para México y para su planta productiva, hace unas semanas el gobierno federal se comprometió a otorgar más recursos para la banca de desarrollo, pero la noticia es que el dinero aún no les llega y los directores de los intermediarios de fomento están con los brazos cruzados.
El problema es que muchas de las entidades no cuentan con el dinero suficiente para atender la demanda de los empresarios que buscan diversificarse, crecer y en algunos casos, resolver sus problemas financieros.
Así las cosas…
Romina Román 7 de marzo de 2017
No cabe duda que el gobierno federal se empezó a poner las pilas en lo que a banca de desarrollo se refiere y ya cubrieron las vacantes que desde hacía […]